Recuerdos del eterno gladiador de música margariteña oriental

Recuerdos del eterno gladiador de música margariteña oriental
La Voz del Río/ Comunidad
Por Abg. Edinson Lares/ Opinión
Una de sus más celebradas composiciones musicales que perenne suena en estaciones de radio en la Isla de Margarita, es sin lugar a dudas “Porlamar”, letra y música que expresa la gracia y encanto de una ciudad marinera, ganada al comercio mundial pocos años de su navegado arribo; la cual siendo sembrada en un paradisiaco lugar de la tierra insular de dos porciones adornadas con múltiples contrastes y gente venida de todas partes del mundo, no en balde todos los 26 de marzo de cada año, día celebrado por las y los habitantes de Porlamar, ante la conocida fundación de la “Villa” que enaltece la esmerada composición musical, obsequiada por el maestro Isidro Vicente Espineti; a su entrañable segunda tierra que lo adoptó, como igual nombraran sus valientes pobladores: “Pueblo de La Mar”.
Isidro Vicente Espineti, nació el 15 de mayo de 1934, en Irapa, estado Sucre, siendo muy joven con apenas 16 años, marchó de esa población oriental para Caracas, donde desempeñó variados oficios mientras lograba culminar estudios universitarios, musicales, canto lírico y boxeo. Sí… Boxeo, que fue su pasión desde niño, hasta que siendo telegrafista práctico y con notable facilidad para hablar al público, le dieron el riguroso compromiso de trabajar con 26 años cumplidos, en la ciudad de Porlamar; aquel ahora lejano año de 1960.
Cuando lo conocí, gracias a la amable presentación que realizó Cecilia “Chila” Gil, un día que la acompañé a su acostumbrada clase de vocalización con el maestro Espineti, ya para el año 93; iba con la sana intención de conversar y recoger su docta opinión de la música “insular-oriental” para ser publicada en el programa “expresión cultural venezolana”, difundido por auto-parlantes de la Plaza Bolívar, Parque “Luisa Cáceres” y Bulevar “5 de Julio” de La Asunción. De hecho, recuerdo que encontré a varios de sus adelantados estudiantes que bajo su atenta instrucción y dirección ganaban destreza y técnicas en el difícil arte de cantar.
En todos esos años que pude conversar con el maestro Isidro, la ocasión era un verdadero privilegio para mí, por el vasto conocimiento autodidacta de múltiples temas manejados, gracias -en parte- a su dedicado estudio científico del conocimiento humano y todo lo que para él significara “amor noble para con la gente”. Acreditado León, Gnóstico y Vocero Comunal; guardo de él sus más emblemáticas declaraciones en favor del “bienestar para todos”, máxime cuando conoció en carne propia las elocuentes desigualdades sociales de su infancia y juventud; las cuales siguen acumulándose bajo el sol venezolano y sobre la tierra misma a la cual siempre colmó de sublime poesía musical.
En anteriores reseñas lo he expresado, valga repetirlo en esta nota a cinco (5) años de su lamentable partida, el 18 de abril de 2011; nadie como Espineti, quien sabía decirle a sus adelantados estudiantes y “a todo aquel conocido sin tener mucho tiempo de tratarlo, no sólo del mal que se puede morir; sino su clara opinión del futuro promisor que le podía ofrecer la carrera musical” en la que deseara actuar. “Disciplina y constancia” repetía a todos, nada de “vicios” y mala “alimentación” quien desee alcanzar “objetivos” que exigen “voz, tono y ritmo musical”.

Hasta ahora no dejo de sorprenderme por la técnica y calidad musical impartida a las y los apreciados estudiantes, ganadores de cuanto festival musical se presenta, desde su partida, en estos últimos cinco años; cuya asistencia cada tarde a su residencia familiar en la calle “El Colegio” del sector “Llano Adentro” de Porlamar, logran actualmente confirmar, porque sin apreciarlo se marchó un eterno gladiador de música margariteña oriental.

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