¡Y yo cumplo noventa y nueve años!

¡Y yo cumplo noventa y nueve años!
La Voz del Río/ Comunidad.
Por Abg. Edinson Lares R.
Hace pocos días al inicio del presente año 2016, cuando indagué con un breve comentario a mi suegra Leónides Antonia Valderramara García Vda. De Gil, cómo se sentía próxima a cumplir 99 años; su respuesta afirmativa y muy propia de las y los nativos de la ciudad capital insular, más que hacer reír a toda la corta familia que la rodea a diario y la cuida permanente, la expresión logró despertar mayor curiosidad en todos, por saber más de los hoy seniles pensamientos de quien se ha ganado el respeto de cada ciudadana o ciudadano residente de la histórica y colonial ciudad de La Asunción.
Salud para todas y todos
Debo decirlo con mucho respeto, son pocas las y los adultos mayores que he tenido la satisfacción de tener como interlocutores a miles de chistes sanos y preguntas suaves por su alargada longevidad muy apreciada en latitudes asiáticas; claro está, no es común encontrar personas de tan rigurosa edad, con una afable y ágil aptitud para conversar ni dispuesta a recordar pasajes de su vida casi olvidados por factores biológicos naturales. Pero si algo contradice la regla, es confirmar con regular análisis físico-químico que la señora Leónides, posee un casi perfecto estado de salud corporal-mental –hoy- a sus noventa y nueve años de edad, que aseguro, son bien envidiados por adultos mayores de setenta y ochenta años cumplidos.
Aunque lo haya escrito en otras reseñas anteriores, es bueno recordar que nació en la calle “El Samán” del sector “Santa Isabel”, su niñez desde los ocho años la pasó junto a su Madrina Josefa Martínez, que vivió en la calle “Miguel Lárez”, entre la esquina del boquete al río y la casa de la familia Arismendi al borde del llamado “Casco Central” del ahora nombrado “Coupei abajo”. Casó con el músico de la Banda del Estado Jerónimo “Yomo” Gil (1909-1980), para residenciarse en la calle Unión, sector Oeste en los años 40 del siglo pasado; y ambos procrearon dos hijas de nombre Ana María Gil Vda. De Brizuela (Alejandro, fallecido 1995) y Cecilia José Gil De Lares, respectivamente. Cuenta con una nieta de nombre Ana Alejandra Brizuela De Brito, y a su vez, con un único bisnieto de nombre Salvador Ignacio; de solo dos años de edad.
Felicitaciones en su cumpleaños, mamía.
Entre ese poco de “chistes suaves” que a diario le lanzo, para un poco despertarla sobre la silla donde dormita siempre una que otra mañana de enero, le dije en broma: ¡Suegra, la torta suya del día 17, es mitad para usted y la otra para mí!... Pues, abrió sus ojos y muy seria dijo: ¡No estoy dormida, tu pedazo de torta es el 99!... Es decir -le contesté- espera muchos invitados para ese día. ¡Sí, mijito, casi toda la ciudad y ojalá vengan con bastantes regalos!... “Aunque hay gente muy huraña” (Insociable), agregó. Igual como lo hacen sus hijas cada día que la conminan a “caminar” por orden médica, hago lo mismo al salir de casa, cuando le dejo un comentario proactivo para animarla a no permanecer tanto tiempo sentada: ¡Vamos a caminar para El Otro Lado del Río, mi suegra!... ¡No mijito, acá estoy bien, allá ni mangos se consigue!...
Esta tarde se acercarán a la casa donde habita por más sesenta y cinco años sus familiares, vecinos y amigos; se picará la torta y la conversación girará en torno a los “enigmas” que acompañan la inusual longevidad de pocas personas del género humano; se contarán anécdotas nuevas, recientes y aquellas que pocos recuerdan de la matrona, que las y los ha sobrevivido a todos con un apacible semblante, en cada malestar que supera día tras día. Devota a Nuestra Señora de La Asunción, la Virgen del Valle y San José en quienes deposita toda esperanza de vida, salud y convivencia social en esta su ciudad natal al alcanzar noventa y nueve años de vida; da las gracias a nuestro señor Jesucristo y, el supremo Dios.

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