Conciencia, soberanía y dignidad en Rousseau
Fuente: Licda. Arizaida Arcia
Autor: Dip. William ariñas
Grano de Mostaza
Conciencia, soberanía y dignidad en Rousseau |
Uno de los grandes aportes a la
humanidad de Jean Jacques Rousseau (Ginebra Suiza, 28 de junio de
1712-Ermenonville Francia, 2 de julio de 1778) fue fortalecer la concepción
revolucionaria que la política es esencialmente humana, con todos sus valores
trascendentales y profundos para construir otras realidades posibles de
la soberanía popular, la libertad y el contrato social; donde las bajezas
ocuparían un lugar subalterno en las relaciones entre los ciudadanos y la
dignidad personal fuera equivalente de la igualdad.
Estos principios teóricos políticos permitieron
desarrollar la aceptación prácticamente universal de la soberanía como el
poder originario del pueblo y su libre autodeterminación. La soberanía popular
es fuente de todo el derecho y autoridad democrática de las repúblicas.
Una República es una unidad histórica de costumbres y hábitos de vida en
común, cuyos integrantes acuerdan formar un Estado para gobernarse entre ellos
en forma soberana, sin otro poder por encima de la majestad del mismo pueblo.
De hecho, el pueblo constituye el Estado y
tiene la potestad republicana de controlarlo, asimismo puede si lo cree
conveniente refundarlo de acuerdo a sus necesidades y demandas
constitucionales. Al mismo tiempo, el pueblo ejerce un gran poder moral y
ético sobre los individuos, solo compensado entre ellos por la reciprocidad de
la situación consciente de éstos. El derecho a la libre determinación de los
pueblos garantiza la decisión sobre su estatus político o Estado.
Esto significa: el derecho absoluto que tiene
un pueblo a decidir sobre la organización estatal de su existencia
política. El derecho a la libre determinación ordena la vigencia del principio
de soberanía popular y abarca el poder constituyente del pueblo. Un elemento
cohesionador de la soberanía popular es la conciencia.
La conciencia se define en términos
generales como una propiedad natural por la cual las cosas se
mantienen unidas, igualmente por el conocimiento que un ser tiene de sí
mismo y de su entorno social, cultural, histórico y territorial del lugar donde
se nace o vive; no obstante también se refiere a la moral o bien a la
recepción normal de los estímulos del interior personal y el exterior
vivencial.
La conciencia implica varios procesos cognitivos
interrelacionados de sí mismo y de su intercambio con el entorno. Se
refiere al saber de sí mismo, al conocimiento que el humano tiene de su propia
existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios
sobre el bien y el mal de nuestras acciones. Una persona "de conciencia
recta" no comete actos socialmente reprobables.
Los seres de luz y paz recomiendan que para
alcanzar la grandeza hay que ser útil, cortés y servicial; no
parece idóneo anotarse en la iniquidad. Es preferible el esfuerzo, la
disciplina y el trabajo. La injusticia es tan natural como el odio, la intriga
y la soberbia; de esas realidades también está lleno el mundo.
En su obra póstuma e inacabada "Ensoñaciones
del paseante solitario" (Les Rêveries du promeneur solitaire 1782) el
filósofo Rousseau nos recomienda que no utilicemos mucho tiempo de
nuestra concentración en engancharnos en ese campo minado de la inequidad, que
ha dejado a muchos lisiados por las miserias del oportunismo y las bellaquerías
por mantenerse en el poder. El amor es una virtud suprema que no es débil
y nunca perece.
La revolución bolivariana
es una revolución de amor. Venceremos
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