Palabras para recordar la actividad teatral en La Asunción
No está todo referido, pero valga este inicio por ahora
Para La Voz del Río/ Ensayo. Por el Abg. Edinson Lares Rojas
En el marco del “Octavo
(VIII) Festival de Teatro Insular y Caribeño”
Si comienzo por calificar el teatro practicado
en la “ciudad del silencio” que recuerdo, debo señalar entre tantas palabras
que se me ocurren, la expresión que juzgo más se le acerca: “Teatro de Compromiso”. Es decir, para no darle vuelta a una insufrible
necesidad que todos tenemos de calificar con gusto y mucha abundancia hechos o
acciones de lo cotidiano, en una actividad que por los quehaceres del pueblo,
todas y todos practican de forma natural sin notar que así lo ejecutan.
En los sinónimos del alfabeto
internacional en español, tomo en cuenta para explicar las múltiples afirmaciones
que puedan escuchar, frases como: adeudo,
obligación, apuro, pacto, empeño, vínculo o arbitraje; las cuales dejan
claro como sinónimos sustantivos, la singular competencia que refiere una
delicada actividad que se fortalece con su práctica.
Pero tómese como cosa curiosa hasta con
sus antónimos, como: “Desacuerdo,
disculpa, facilidad o previsión”; que igual estos hacen posible la original
circunstancia de caminar “sobre-tablas” y realizar ejercicios teatrales que han
impulsado los tiempos y las artes pasadas; tomando en cuenta que ahora la
imagen y el sonido, entiéndase el audiovisual realizado para la televisión o el
cine, impulsa no su desaparición: sí su fortaleza artística; cuando dedicamos
esfuerzos en innovar las artes escénicas, entre esa curiosa corriente llamada “modernidad”,
que es igual significar: “Actualidad,
novedad, renovación o restauración”.
Cuando llegué a esta ciudad capital en
el mes de agosto del año 1984, según por lo escuchado al Licdo. Luis Eduardo
Acosta, habían pasado diez (10) años de la inicial actividad teatral
“organizada” bajo la egida inquietud de varios jóvenes, que el director teatral
citó conformado definitivamente por el año de 1974; y cuyos jóvenes novicios, agrupados
con gusto y disgusto en la –hoy- cuarentona agrupación teatral “Fundación
Artística Sobretablas” (FAS); batallaron contra todo compromiso social y
antisocial ante el eterno abandono de apoyo gubernamental y comunal que
imperaba.
Recuerdo fue para ese año de 1974, que
participé junto con muchas compañeras y compañeros liceístas en la ciudad de
Valencia, estado Carabobo; específicamente en el Liceo Don “Pedro Gual”, la
actividad teatral que mejor conocí para esa época, llamado de forma particular
“Teatro de Moda”, puesto que se representó como género lo que el cine o la
televisión difundía como la “última maravilla del séptimo arte”, valga como
ejemplo: “Jesucristo Superestrella”; o como lo declaraban sin medir
pronunciación alguna las “Pavas del Trigal Norte”, “Yisuscrai-super-star”… Sí,
igual recuerdo que la obra teatral tuvo mucho éxito, en la primera gira por el
pueblo de “Guama” del estado Lara.
Es verdad, y hoy lo confirmo, más
que un “teatro de calle” o una vaina parecida al “Teatro del Nuevo Elenco” con
pinceladas de “Vanguardia”; no era más que un “Teatro de Moda”, llevado a las
tablas y pocos escenarios de pueblos en decadencia y jamás en franco desarrollo,
por unos ilusionados adolescentes y jóvenes que habían quedado resabiados de la
dorada época hippie del “paz y amor” sin ningún consumo; solo más que ron del adorado
pecho cuadrado.
Así las piezas artificiales en la
“Venezuela Portátil”, hubo de transcurrir “diez perdidos años”, entre el 74 y
el 84 de la reconocida desatenta democracia cultural “punto fingida”, y no
“punto-fijista” practicada por anti-bolivarianos del pueblo, para arribar a la
tierra insular con muchos proyectos de vida; pero sin el “carnet de acción
democrática”, y acompañado con una etiqueta de “socialista”, en crítico
enfrentamiento con los encumbrados señores feudales de acción democrática y el
partido copei en esta “tierra de gracia”.
De inmediato busqué incorporarme al
movimiento cultural neoespartano, bien en el campo fotográfico, audiovisual y arte
teatral; donde cargado de múltiples desaciertos y navegados ciudadanos que
rumiaban arte elite, puesto que las y los naturales insulares, andaban lanzados
a la evasión de un demócrata proyecto cultural del popular “cuanto hay pa´eso”,
y nadie entraba en los círculos oficiales de instituciones culturales
gubernamental; sino estaba congraciados, con unos cuasi perfectos dinosaurios
de la insufrible decadencia cultural venezolana.
En ese año de 1985, comencé la particular
tarea de saber más sobre las variadas actividades culturales de teatro, danza,
artes plásticas, fotografía, audiovisual y radio. Crean o no por estas calles
coloniales de la “ciudad del silencio” una legión de innatos artistas insulares
que incluso involucra a compositores, canta-autores y oficiantes; se disputarían
una rara participación necesitada de recursos, solidaridad y respeto.
Fue el caso del recordado “Valerio
Millán”, que hizo de todo y no dejó lugar comercial de Porlamar y Juangriego a
los que les pidió sin ninguna pena, para entregar alegría a muchas agradecidas
madres de sectores como: El Copey, El Dique, Cantarrana, Las Huertas, Buenos
Aires y, hasta el apartado sector de Salamanca; entre otros.
Sus improvisaciones teatrales,
declamaciones poéticas a las madres, congregadas en la Casa de La Cultura Mons.
Dr. Nicolás Eugenio Navarro; a esta fecha actual todas olvidadas, son parte de
esas actividades que recuerda unos “actos culturales” –como otros- que no se
recogen ni se han reseñado en crónicas para el análisis de una época reciente
que no debe permitir desaparezca.
Imaginen cuantas actividades en el
rango cultural teatral, se realizaron con ese halo creativo empírico popular,
que nunca se guardó ni reseñó por medios de prensa, radio o televisión en los
años 70, 80 o 90 del siglo 20. Qué decir de fechas recientes, como la Primera
Década del Siglo 21; o aquellos tiempos “perdidos” antes que se hiciera
desaparecer el recordado “Cine Guayamurí”, para darle paso a la hoy flamante
Sala de Teatro “Omar Carreño”, sin tan siquiera dejar constancia de la
existencia cinéfila artística, cumplida en años dictatoriales de “Juan Vicente
Gómez” (1908-1935), demócratas demoniacas (1936-1948), nacionalistas
dictatoriales (1949-1958) y cuarta-republicanas (1959-1998).
Aquí no hay memoria para recordar
cosas como esas. Sí hay muchas innumerables omisiones históricas del acontecer
artístico en general, como ese acontecer artístico que escuché un día de agosto
del 94, en este recinto que se inició como “Ermita”, paso a “Mercado Municipal”
y en una ganada toma cultural del año 1993; se convirtió en Sala de Teatro
“Santa Lucia”, cuando se presentó a cantar con más de 90 años, la recordada
“Dama del Cuplé”: Angelita Salazar.
Esa canción interpretada por Angelita
Salazar, que se guardó en una grabación digital, creo debe representar un
“Record Guinness” no declarado; pues la olvidada actividad dejó por sentado que
hasta esa fecha (1994), no había persona con tal edad que cantara alegre. Habrá
que saber si se guardó para las generaciones futuras la historia teatral que no
tiene cronista ni preocupado escritor en la Tierra Insular.
Por aquellas fechas de 1985-86 publico
la obra de teatro “La información soy yo”, con un elenco de lujo, sé que por la
y los nombres les recordaran fácilmente: María Teresa Morillo, Igor González,
Emerson Lares y Fidel “Tata” Narváez; esa obra resumía el drama vivido por un
productor de radio (Igor) que en medio del drama de noticias narradas, se le
ocurre conversar con un joven limpiabotas (Emerson) quien al entrar en la sala
de radio, le ofrece lustrar los zapatos; así las cosas, a ellos se les suma en
el singular disparate la “señora que limpia” (María Teresa) para “debatir”
temas trascendentales del acontecer internacional.
El operador técnico en la trama fue
Fidel Narváez. Quien al final de la representación, es el que narra -cómo
justificación- el desenlace del drama. No es ni deseo sea calificado como el
nombrado “teatro de moda”, tampoco evaluaría como “teatro de vanguardia” que en
una oportunidad se comentó; pero si se busca colocar en un capítulo teatral
especial, adelanto que se justifique todo el trabajo actoral, como “teatro de
compromiso”.
Esta “obra de teatro” tuvo su gira artística
por el pueblo de Paraguachí, municipio Antolín del Campo; en la llamada “Casa
Arismendi”. Todo se hizo con las uñas, mucho esfuerzo y ningún incentivo
económico de entes públicos o privados; pero “siempre contesto” –como decía el
finado Valerio Millán- ante la incongruente política cultural aplicada en esos
años perdidos; que negaban seguridad social a las y los artistas del teatro
insular.
Acá en la Isla y la ciudad de La
Asunción, se han presentado “obras teatrales” por agrupaciones que vienen y van
muy bien pagadas. Igual llegan experimentales elencos teatrales que ni la
prensa menciona; e incluso de forma privada, nada pública, se lanzan a realizar
presentaciones atraídas por uno que otra “organizada” institución; que no
recibe la esperada atención y se marchan con más desilusión que pena.
No voy a señalar fechas y nombres
que ni siquiera he anotado; pero si se me permite lo siguiente, todo ello en
una humilde sugerencia, voy a solicitar a las y los representantes de la
“Fundación Artística Sobretablas” (FAS), que se plantee, discutan y decidan los
más urgente posible, se inicie la recopilación histórica de todo quehacer teatral ocurrido en los últimos
cien (100) años; a partir de 1914.
Todo lo anterior lo sugiero como
propuesta didáctica en el marco del “Octavo (VIII) Festival de Teatro Insular y
Caribeño”. De hecho, las razones que adelanto para reforzar tal solicitud, están
dadas por la falta de memoria histórica teatral nunca registrada hasta ahora y ante
las singulares omisiones dejadas en esta actividad artística que nos compromete; la cual debería contar con todas las armas revolucionarias intelectuales para su ejecución.
Para finalizar, exhorto a las y los
asociados de la fundación, que no me den la labor sugerida para su desarrollo;
pues deseo participar en esa gran responsabilidad desde el marco
“acompañante y colaborador”, sin que esto motive el ser nombrado asesor.
Mi eterna gratitud por todo lo
aprendido, anhelando para tod@s millones de éxitos en la actividad teatral que
abrazan y defienden. Muchas gracias y buenas noches.
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