La ciudad capital en sus fiestas patronales de Nuestra Señora de La Asunción
Textos y Fotos: Abg. Edinson Lares Rojas.
Quién lo recuerda...
Ya los días escolares quedaron atrás, las colas de vehículo automotor, motorizados sin casco igual que la acompañante, de tracción humana y animal manso que incluye a bicicletas, caballos y asnos; esta última categoría casi desaparecida de la ciudad chiquita "infierno grande", ahora se están añorando su utilización más por un sentimiento económico, que otro muy contrario sustituido por la práctica patineta alta y baja, o en el peor de los casos: la rueda a cajón lanzada en bajada; lo cual se puede decir, es un artefacto singular y muy occidental, utilizado para llevar antaño los olvidados "paletos" en el mercado de "Las Pulgas"; como víveres, plátanos y toda mercadería encomendada.
Pero, en la ciudad capital de La Asunción, el ritmo actual y por esta época, va como la procesión de los santos en la natural "semana mayor".., lenta, bien lenta, parsimoniosa, cansada y cumplida de trocha a mocha, siempre con gran devoción y sublime pausa, cuando por cada paso dado se logra guardar la "santa o santos". Porque lo único que desparrama la tranquilidad del bazo, ruge el cañón cien años dormido, cambia hasta las viseras aventadas en seca forma de tallarines; es la estereofónica corneta ruidosa puesta en autobús (gua-gua) de ruta, vehículo taxi o por puestos de pasajeros a cuyos nervios de usuarias o usuarios, obligados por lo que ya se sabe; no deja de ser una tragedia con parroquianos que poco les importa derechos a favor de congéneres.
La calle es fandango de noche y de transito por el día, la ciudad se cierra en calle central derecha, de este a oeste cruzada por malabaristas, saltimbanqui y maromeros en una ciudad que seguro ya cumplió quinientos años y nadie se ha percatado. Pues, razones tienen. ¡Silencio!... León almuerza, las autoridades municipales duermen y el pueblo espera otro milagro de "Santa Quincena", porque el tendero se cree dueño de la verdad y de los proyectos comunitarios. No me hagas reír, negro...
Ya no hay pueblo que haga causa por denunciar a las y los malos hijo(a)s que defienden puras mentiras sobre el dolor de sus calles, alrededores y cuencas. Ponte las pilas compita que manda en toda la isla y no en una porción de ésta. Bien lo dijo el "Ángel de los que van a difunto", en cada visita que gentil él les hace: "Te vas a ir con la charanga fea, el que se mete a roñoquero se lo comen los gusanos; por eso es que nadie se lleva nada para el hueco: sino sólo lo que lleva puesto".
En fin, a esta "ciudad del silencio" o mejor nombrada La Asunción, solo le falta muchos hijas e hijos que la quieran y no que la asalten a lo "Tirano Aguirre", como ya lo hizo aquella vez que la quemó toda completa en un mes de agosto de 1561. ¡Carajo!... Como puedo olvidar a los que el soberano no conoce y los eligen para ser servidores y no servidos, quienes se dicen legisladores; pero van apoyando todo, menos al pueblo que se quedó esperando por la solución a mil problemas. Que te puedo decir... No digas nada. Solo sigue como hasta ahora: muerto. Que viva Cayetano Olivero, o el inolvidable "Cayetano el Mono". Quién lo recuerda.
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