La Revolución Bolivariana es patriota, cristiana y socialista

Fuente: Arizaida Arcia
Autor: William Fariñas

@williamfarinas



       La raíz central de la fe cristiana es la existencia histórica de Jesús de Nazaret, hijo de María y José, de la estirpe de David. En la civilización humana de los últimos 21 siglos, no hay realidad alguna que quede fuera del hijo de Dios.
       El amor es la virtud cardinal del Señor Jesús; Él ama no sólo a sus seguidores e Iglesia, sino a todos los seres humanos y la creación. Jesucristo está implicado con toda la realidad sea personal, social y material. Jesús caminó y sigue caminando al lado de los pobres, los pecadores y miserables del mundo.
       Ninguno de nosotros puede, ni ayer ni ahora, lanzar la primera piedra y decir que estamos libres de pecados y miserias. Estas son verdades graníticas de la fe cristiana, pero que tienen que ser redescubiertas y vividas a la altura de cada momento histórico; no es ningún azar la designación del nuevo Papa con el epónimo de Francisco de Asís.
       Esto es lo que acontece, tras experimentar el declive de una cultura cristiana burguesa contrapuesta a la existencia militante de movimientos sociales y políticos que traspasaron el umbral de esta decadente realidad reinante del cristianismo; y sentir realmente la acción política por ocuparse de los pueblos oprimidos en sus almas y vidas. 
       Estamos por tanto, ante un momentum que ha querido ser la marca de distinción inicial del estilo de supervivencia de este siglo XXI, que apenas comienza; y concretamente en muchos de los quienes hoy creemos en la señal que indica la novedad introducida por el socialismo cristiano y bolivariano en la historia venezolana. 
       El aspecto a aclarar es el siguiente: ¿Cuándo llegará a la conciencia, o mejor dicho, a la práctica subjetiva cotidiana: revisar nuestros valores personales y grupales y de creencias? La actual condición de subsistencia, en la cual consumimos todo como productos del mercado, que ve solamente al ciudadano estrechamente relacionado con las realidades mundanas, sociales y políticas, y muy poco con su espiritualidad y su vida interior.
       Que no únicamente de pan vivimos, sino como en todo proceso humano, de éxitos y fracasos, iremos descubriendo la necesidad espiritual de estar ahí donde se vea forjando la sociedad y el ser humano del mañana. Construyamos juntos como pueblo y hablemos sobre una nueva historia juntamente construida, tan pegada todavía a la piel y dolor de nuestra existencia; que corramos el riesgo de darnos cuenta de la posibilidad de una comprensión profunda de los cambios percibidos, e insistir que la patria venezolana vive ahora, desde Chávez, una realidad espiritual mas allá de la política tradicional.
       Viviremos y Venceremos


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