Callejero ganó su querer bien al pasear calle La Ceiba del sector El Otro Lado del Río

Callejero ganó su querer bien
Fuente: La Voz del Río/ Comunidad
Por Abg. Edinson Lares Rojas/ Opinión
El can que encontró un hogar jamás soñado
Recuerdo que fue en el mes de mayo del presente año 2015, cuando encontré al perrito callejero sin nombre, medio escondido entre el boquete del cercado casi destruido que da acceso al terreno de la familia Sanabria; y junto a los miles de arbustos tipo zarzales o igual llamados “espadas” bolivarianas; que imaginé le daba mucha seguridad al simpático cachorro, ante el paso de miles de vecinos, estudiantes y transeúntes de la principal calle en el sector “El Otro Lado del Río”.
Al pasear calle La Ceiba del sector EOLR
La curiosidad del perrito callejero que encontré en medio de la calle La Ceiba, llamó la atención de inmediato a quienes transitan a pie, bicicleta, moto o vehículo automotor; porque se convirtió en una singular aparición canina cada día de la semana al ir rumbo a las casas familiares; en un lugar con una sola línea de viviendas del lado izquierdo hasta llegar a la Universidad Nacional Abierta (UNA).
De hecho, para evitar que no se escondiera entre los zarzales, por el temor natural a todo ser extraño que pasase, opté por observarle sus movimientos en diferentes horarios, a más de cincuenta (50) metros de distancia en ambos sentidos de la calle por más de treinta (30) días… Ah, y de paso, tomar fotos para documentar la curiosa aparición que convertí en comunitaria investigación informativa.
De la observación siempre se intuye algo, dicen los más preclaros pensadores. Así, lo primero que noté fue que el perrito no estaba pasando hambre, pues curiosamente una joven lo proveía de alimentos todas las mañanas y las tardes cuando iba camino a su trabajo, esto al igual que su verdadera madre, una perra mestiza de raza pequeña que lo amamantaba diariamente cuando lo visitaba una sola vez al día.
El can que encontró un hogar jamás soñado
Cierto que no identifique a la joven bondadosa protectora del cachorro, así como nunca seguí a la madre del crío para ubicar a “la o el” posible dueño de la misma perra; pero imagine que su residencia se encontraría en los alrededores de los sitios nombrados: “El Matadero, El Toco y La Calle Rojas”. Esta última calle mejor conocida, como “Calle de la Zona Educativa”. Por supuesto, institución rectora ubicada en el mismo sector de “El Otro Lado del Río”.
Días antes del 24 de Junio, fecha inolvidable para quienes guardan respeto por las heroínas y los héroes de la patria que sacrificaron sus vidas para ganar un espacio de honor en el Panteón Nacional, como ocurrió con el Teniente de Caballería “Pedro Camejo” o “Negro Primero” ante la propuesta del Presidente Nicolás Maduro; no vi más al perrito callejero en su sitio acostumbrado de batalla, temí al instante que hubiese muerto por alguna víbora asechando su entorno; y me lancé a buscarlo en medio de tanta maleza, con riesgo a ser igual víctima de un bicho extraño, en medio de ese también llamado “Bosque de Sherwood”.
Perrito Callejero beige que ahora tiene joven dueña
Transcurrido el día y de regreso a casa, crucé el sitio ya descrito, donde por espacio de treinta (30) días, cuando observé al cachorro que llamara “valiente”. Estuve un buen rato esperando su milagrosa aparición sin saber nada de su –pensé- cruel destino; y estando en ese menester, venia hacía mí la joven protectora del cachorro, que saludé con una inusual afirmación que sé la sorprendió; indicando: ¡Seguro alguien pasó y se llevó al perrito valiente que estaba acá!... Ella miró al sitio que señale con mi mano derecha y muy cortes me expreso: ¡El perrito beige lo adopté y está conmigo desde ayer, señor!...
¡Qué bueno!... Exclamé, con sincera alegría, por la seguridad que ahora tendría el can que encontró un hogar jamás soñado.

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